EL URBANISMO |
El Urbanismo, como concepto y acción, es el esfuerzo constante para el manejo del hábitat humano dentro del ordenamiento territorial regional y nacional, al interpretar la actitud de la población hacia el espacio que utiliza para su vida en comunidad. Plantea una respuesta razonada con la organización espacial del complejo conjunto de las necesidades, sociales y económicas de esa población, según los condicionamientos culturales, históricos y geográficos de cada época y lugar, considerando los posibles resultados de esa respuesta con el paso del tiempo, que se acumularán en la forma urbana de cada asentamiento humano con efectos cada vez más persistentes según su tamaño y complejidad.
El Urbanismo
atiende a que la sociedad tenga en
su hábitat las mejores condiciones de existencia con una escala de valores
reconocida, con el aprovechamiento de lo físico natural y creado para una vida comunitaria
satisfactoria, mediante la utilización de la técnica para configurar el espacio
urbano, con todos sus componentes en los asentamientos
humanos grandes y pequeños, en lo que se llama la geografía voluntaria,
con el respeto de los estilos de vida de cada comunidad y
dejando el menor número posible de restricciones para el futuro aprovechamiento y
arreglo urbanístico, tomando en cuenta su sustentabilidad al evitarse, por ejemplo, la creación de obras de gran
magnitud con usos de limitada duración.
Así, el
Urbanismo se ocupa de casos urbanos existentes y de la creación de nuevos
asentamientos; maneja la tendencia evolutiva de las ciudades; toma
en cuenta el "factor de la
persistencia de
la forma urbana"; relaciona
el fenómeno urbano con su área de influencia; y responde, con soluciones
espaciales, a los objetivos de una sociedad, siempre en proceso de cambio. Para
esas tareas, en los campos de la normativa, la planificación y el diseño, el
Urbanismo tiene técnicas para la creación, la expansión, la renovación, la revitalización y
la descentralización urbanas, mediante la concertación de los intereses
sectoriales en el territorio, en un nivel de síntesis insustituible por su
naturaleza transectorial.
Cuando
el Urbanismo está ausente, el deficiente manejo espacial de
las ciudades hace que la improvisación y los hechos fortuitos produzcan
repercusiones puntuales o
generalizadas, locales y en los centros urbanos relacionados, con el añadido del costo
de las medidas correctivas inherentes. Esa escasa valoración del Urbanismo
contribuye a fortalecer la dificultad de modificar las inadecuaciones
sectoriales y las contradicciones intersectoriales en los asentamientos humanos;
tanto en lo existente como en la generación de patrones para la evolución
urbana, al crear rigideces que, como en un círculo vicioso, incrementan la
posibilidad de otras improvisaciones, en un proceso creciente de caos urbano
El
Urbanismo tiene el desafío que le plantea la realidad del proceso de los
espacios urbanos con una modelación que nunca concluye, para racionalizar el
desarrollo espacial y modificar el resultado de los errores pasados, en un ámbito físico que, por la organización del
territorio nacional, se ha ampliado al estudio y tratamiento de los sistemas
urbanos con cabeceras administrativas y hasta los confines de su ámbito
jurisdiccional. Así, los avances teóricos y tecnológicos para la
planificación del desarrollo urbano están yendo muchas veces por delante de la
formación universitaria, de la conciencia colectiva y de la organización administrativa
sobre la materia que ha infravalorado el manejo del espacio
regional y nacional.
Hasta
ahora no se ha hecho lo suficiente en materia de desarrollo urbano y sobre la
enseñanza y utilización de su técnica, el Urbanismo. Es necesario que las
autoridades y la sociedad toda comprendan que ésta disciplina tiene medios para
contribuir a su bienestar actual y al de las generaciones del futuro, con
propósitos que la sustentan: el ordenamiento territorial de los asentamientos
humanos y de su entorno; la jerarquización de esos asentamientos en el
espacio nacional, según sus funciones y tamaños, para la correcta localización
de las inversiones en materia de vivienda, servicios básicos y equipamiento
comunitario; y, la satisfacción sustentable de las necesidades de la población en forma
equitativa.