URBANISMO EN BOLIVIA                                                                               Publicación de 1992

 

EL CRECIMIENTO DE LA CIUDAD DE LA PAZ

 

El crecimiento de la ciudad de La Paz presenta características que consideradas por separado constituirían serios problemas para cualquier urbe de un tamaño semejante. Como en ella se da la totalidad de esas características al mismo tiempo el problema es mucho mayor que su simple suma; no se trata de tomar en cuenta algunos aspectos por separado y de dar soluciones parciales.

Aunque con un excepcional paisaje natural de una gran belleza, el medio geográfico por su altura, relieve, calidad del suelo, hidrografía y geología, presenta varios problemas entrelazados tanto para la edificación y las obras de servicios, como para la armonización de los diferentes usos del suelo.

La falta de un ordenamiento del uso del suelo determina un crecimiento caótico en el que la demanda de edificación, para diferentes propósitos, se resuelve, sobre todo, mediante los recursos de la iniciativa privada, en el marco de generalizadas normas relativas a la densidad de la edificación.

Esa misma falta de ordenamiento urbano ha impedido que la ciudad cuente con una red viaria debidamente integrada y estructurada con proyección a largo plazo; y, además, con la localización adecuada y jerarquizada de las redes de equipamiento urbano y áreas verdes.

Con ese trasfondo las redes de servicios urbanos van creciendo en función de proyectos sectoriales aislados, para atender a demandas efectivas insatisfechas y, cuando se plantean en relación con supuestas futuras demandas, no se considera la necesaria intersectorialidad y ni siquiera las generalizadas normas de edificación existentes y la correspondiente densidad de población.

La población resiente tanto la ausencia de satisfactores urbanos corno el incremento de problemas inherentes a una conformación urbana desordenada: dificultades en el transporte y la accesibilidad vehicular y peatonal, aceleración de la contaminación química y física del aire y del suelo, deterioro inevitable del paisaje, anárquicos cambios del uso del suelo vulnerando a las áreas de vivienda.

En lo que corresponde a la expansión urbana, aparte de los problemas que se producen por la rémora de un arcaico e irracional “radio urbano" y por la absurda existencia de dosciudades” en una sola urbe, la ciudad no cuenta con disposiciones y mecanismos para controlar el desarrollo en las que serán sus futuras áreas de expansión.

No existen estudios de predesarrollo, integrales o parciales sobre las áreas de futuro crecimiento, que permitan estructurar en lo fundamental los futuros usos del suelo urbano en general y, en lo específico, las redes viarias principales, las de los servicios públicos y la localización y jerarquización del equipamiento urbano y de las áreas verdes.

Esa situación deviene en que la administración municipal después tiene que hacerse cargo de situaciones cuya atención es siempre más costosa que si se hubiesen tenido previsiones oportunas de integración de nuevas áreas mediante el sencillo recurso de someros estudios que se anticipen a las iniciativas privadas.

Por otra parte, habiéndose concluido la utilización de áreas de relativas bajas pendientes, la expansión de la ciudad se está presentando, aparte de las localizada en valles alejados al sur o en la altiplanicie, en laderas escarpadas cuyo aprovechamiento no contempla ni la seguridad ni la preservación de las mejores características del paisaje del entorno.

Siendo inevitable la utilización de las laderas con alta pendiente, el terraceo no debería eliminar, como lo está haciendo, la totalidad de las formas, texturas y colores de un marco natural que debe ser preservado y protegido, tanto por su belleza como porque esas estructuras son inestables y de riesgo.

..En lo que tiene que ver con la relación de la ciudad y su región, más allá de sus posibles áreas de expansión, La Paz en la administración de su crecimiento, para no hablar de su inexistente planificación, no toma en cuenta el papel que le corresponde desarrollar en beneficio de su área de influencia, como tampoco los vínculos y elementos que a ella le favorecen.

La ciudad ignora la obligación y necesidad que tiene de corresponder con la región de su influencia, prestando los servicios indispensables a la población que se asienta en grandes o pequeños poblados circunvecinos, y favoreciendo el intercambio que beneficia a la urbe mediante las redes viarias extraurbanas, los centros de acopio y los mercados mayoristas.

Frente al panorama descrito la gestión municipal desempeña un rol patéticamente insuficiente, los instrumentos y procedimientos que maneja para el crecimiento físico de la ciudad, como marco para la creación de satisfactores urbanos, o no tienen la base indispensable de la planificación urbana o corresponden a situaciones superadas hace varias décadas.

Entre los instrumento existentes, sin la base de un plan de ordenamiento del crecimiento de la ciudad, los reglamentos existentes no han ido siendo complementados y detallados en función de la experiencia de la gestión edilicia y de los condicionantes emergentes de la dinámica del crecimiento de la ciudad, creando situaciones de difícil solución con instrumentos cada vez menos efectivos.

El Reglamento de Usos del Suelo y Patrones de Asentamiento se ha rigidizado en la aplicación de sus esquemáticas disposiciones debido, en algunos casos, a la incompetencia profesional para su sensata interpretación; en otros debido a la corrupción funcionaria que argumenta esa rigidez para lucrar con la extorsión; y, en otros casos, por no interpretarse sus disposiciones con amplio criterio profesional por temor al estigma del envilecimiento en un ámbito institucional que no valora ni respeta los criterios técnicos.

Igualmente, los procedimientos que se emplean para la aplicación de la limitada normativa urbana, aparte de estar también sujetos a situaciones de incompetencia y corrupción, son tan obsoletos que no hubieran servido para la ciudad de hace medio siglo; y, la introducción de modernos recursos de la informática para el manejo de esos viejos procedimientos sería como querer hacer correr una momia por el solo hecho de cambiársele los vendajes.

Por lo demás, a dicho Reglamento que es el más conocido en contraste a los demás que están casi olvidados, se le quiere exigir más de lo que puede dar, sin comprender que solamente se trata de algo más que de una normativa de la densidad de la edificación, en un vacío de instrumentos que debieran manejar integralmente el crecimiento de la ciudad.

Por lo antedicho, el tan mencionado Reglamento —al margen de que sea urgente su complementación y detallamiento, por su calidad, interpretación y manejo— ni de lejos es lo más importante de la gestión urbana, ni su adecuación a las exigencias actuales sería la solución total.

El que algunas autorizaciones de edificación no se hayan apegado estrictamente a las normas y que fueran otorgadas con sólido criterio profesional o com0 producto de la corrupción funcionaria, no justifica que, por ignorancia de lo que es la gestión urbana, se magnifique exageradamente la importancia de un simple reglamento.

A la aguda problemática que aqueja al crecimiento de la ciudad, en términos de la ausencia de instrumentos básicos de planificación y a la deficiencia de los escasos secundarios, se debe añadir la abrumadora pobreza de recursos humanos y materiales indispensables, tanto para !as tareas de planificación como para la administración y evaluación del crecimiento urbano.

Para una gestión urbana eficiente, aparte de los recursos humanos y materiales suficientes, se debe contar con por lo menos una base integrada de un plan de ordenamiento en sus aspectos esenciales, para fecundar e ilustrar la formulación y/o perfeccionamiento de otros instrumentos secundarios, como es el caso del que normaliza el uso del suelo y la edificación, para que tengan mayor validez y coherencia.

La ciudad de La Paz, en lo que corresponde a los valles de la cuenca está en el umbral de su saturación en lo que atañe al uso del suelo y debe empezarse a concebir un mejor e intenso uso de su espacio. Si la administración edilicia y los profesionales arquitectos, urbanistas e ingenieros no encaran con solvencia moral y técnica la situación actual el futuro inmediato será un caos inmanejable.

Esta ciudad, pese a su tamaño relativamente mediano, por circunstancias históricas, políticas, administrativas, económicas, sociales y culturales se ha convertido en una metrópoli precoz. Ya no puede crecer sin una adecuada gestión urbana pues la aquejan muchos  problemas: escasez de espacio, servicios, vialidad,  equipamiento y áreas verdes; contaminación y deterioro de la calidad de vida; deficientes vínculos con su región de influencia e inexistencia .de planificación para el crecimiento y expansión; y, reglamentos sin sustentación en un plan integral de ordenamiento urbano.

La Paz, 24 de mayo de 1992                                                                                                                        Arq. Urb. Carlos Calvimontes R.