URBANISMO EN BOLIVIA |
EL
CRECIMIENTO
DE
LA
CIUDAD
DE
LA
PAZ
El
crecimiento
de
la ciudad
de
La Paz
presenta
características
que consideradas por
separado
constituirían serios
problemas para cualquier
urbe de
un tamaño
semejante.
Como en ella se da la
totalidad de esas características al mismo tiempo el
problema es mucho mayor
que su
simple
suma; no se trata de tomar en cuenta algunos aspectos por separado y de dar
soluciones parciales.
Aunque con
un excepcional
paisaje
natural de
una gran
belleza,
el medio geográfico
por
su altura,
relieve,
calidad del
suelo,
hidrografía
y geología,
presenta varios problemas entrelazados
tanto para
la
edificación
y las
obras
de
servicios,
como para
la armonización
de los
diferentes usos
del
suelo.
La
falta de
un ordenamiento del uso
del
suelo
determina un
crecimiento
caótico
en
el
que
la demanda
de edificación,
para diferentes
propósitos, se resuelve, sobre
todo, mediante los
recursos
de la
iniciativa privada, en
el marco
de generalizadas normas relativas
a
la
densidad de
la
edificación.
Esa
misma falta
de
ordenamiento
urbano ha
impedido que
la ciudad
cuente con
una red
viaria
debidamente integrada y estructurada
con proyección a
largo plazo;
y,
además,
con la
localización adecuada
y jerarquizada
de las
redes de
equipamiento
urbano y áreas
verdes.
Con
ese
trasfondo
las redes
de servicios
urbanos van
creciendo en
función de
proyectos
sectoriales
aislados, para
atender a
demandas efectivas
insatisfechas y,
cuando se
plantean en
relación con
supuestas
futuras demandas,
no se
considera
la
necesaria
intersectorialidad
y
ni siquiera
las generalizadas
normas de
edificación
existentes
y la
correspondiente
densidad de
población.
La
población resiente
tanto la ausencia
de satisfactores
urbanos
corno
el incremento de
problemas inherentes
a una
conformación urbana
desordenada: dificultades en el
transporte
y la
accesibilidad
vehicular
y
peatonal, aceleración de la
contaminación química y
física del
aire y del suelo, deterioro
inevitable
del paisaje,
anárquicos
cambios
del uso
del
suelo
vulnerando a
las áreas de vivienda.
En
lo
que
corresponde
a
la expansión
urbana,
aparte
de los
problemas que
se
producen
por la
rémora
de
un arcaico
e irracional
“radio
urbano" y
por
la absurda
existencia de
dos “ciudades”
en
una
sola urbe,
la ciudad
no cuenta
con
disposiciones y
mecanismos
para
controlar el
desarrollo
en
las que
serán
sus futuras
áreas de
expansión.
No
existen
estudios de
predesarrollo, integrales
o
parciales sobre
las
áreas
de futuro
crecimiento,
que permitan
estructurar
en
lo
fundamental los futuros
usos del
suelo
urbano en
general y,
en lo
específico, las redes
viarias principales,
las de los
servicios
públicos
y la localización
y jerarquización
del equipamiento
urbano y
de las
áreas
verdes.
Esa
situación deviene
en
que la administración municipal
después
tiene
que
hacerse
cargo de
situaciones
cuya
atención
es siempre
más
costosa
que si
se
hubiesen tenido
previsiones
oportunas
de integración
de
nuevas
áreas
mediante
el
sencillo
recurso de
someros
estudios que
se anticipen
a
las
iniciativas
privadas.
Por
otra parte,
habiéndose
concluido
la utilización de áreas
de
relativas bajas
pendientes,
la
expansión
de la
ciudad
se está
presentando,
aparte de
las localizada
en
valles
alejados
al
sur
o en
la altiplanicie,
en
laderas
escarpadas cuyo
aprovechamiento
no
contempla
ni
la seguridad
ni la
preservación
de
las
mejores
características
del paisaje del entorno.
Siendo
inevitable
la utilización
de
las
laderas con
alta
pendiente, el
terraceo
no
debería
eliminar, como
lo
está haciendo, la totalidad
de las
formas, texturas
y
colores
de un
marco natural
que debe
ser
preservado y
protegido, tanto
por su belleza
como
porque
esas estructuras
son
inestables y
de
riesgo.
..En
lo que tiene que ver con la relación de la ciudad y su región, más allá de sus
posibles áreas
de expansión,
La
Paz
en la administración de
su
crecimiento,
para
no
hablar
de su inexistente
planificación, no
toma en
cuenta
el papel
que le
corresponde
desarrollar en
beneficio de
su área de
influencia, como
tampoco los
vínculos
y
elementos
que a ella
le
favorecen.
La
ciudad ignora
la obligación y necesidad
que
tiene de
corresponder con
la región
de
su
influencia,
prestando los
servicios
indispensables
a
la población
que
se
asienta en
grandes
o
pequeños poblados
circunvecinos, y favoreciendo
el intercambio
que
beneficia a
la urbe
mediante las
redes viarias extraurbanas, los
centros
de acopio
y los
mercados
mayoristas.
Frente
al
panorama
descrito
la
gestión
municipal desempeña
un
rol patéticamente
insuficiente,
los
instrumentos y
procedimientos que maneja
para
el
crecimiento
físico
de
la ciudad,
como marco
para
la creación
de satisfactores
urbanos,
o no
tienen
la base
indispensable de
la planificación
urbana
o corresponden a
situaciones
superadas
hace
varias
décadas.
Entre
los instrumento existentes,
sin la
base de
un plan
de ordenamiento
del crecimiento
de la
ciudad,
los reglamentos
existentes
no
han ido
siendo
complementados y
detallados
en
función
de la
experiencia de
la
gestión edilicia
y
de
los condicionantes
emergentes
de
la
dinámica
del
crecimiento de
la ciudad,
creando situaciones
de difícil
solución con
instrumentos cada vez
menos efectivos.
El
Reglamento de
Usos del
Suelo y
Patrones de
Asentamiento se
ha
rigidizado
en
la
aplicación
de
sus
esquemáticas
disposiciones debido, en
algunos casos,
a la
incompetencia profesional para
su sensata
interpretación; en
otros debido
a
la corrupción
funcionaria
que argumenta
esa
rigidez
para
lucrar con
la extorsión; y, en
otros
casos,
por
no interpretarse sus disposiciones
con amplio
criterio
profesional
por
temor
al
estigma del envilecimiento en
un
ámbito
institucional
que no
valora ni
respeta
los
criterios
técnicos.
Igualmente,
los procedimientos
que
se
emplean para
la aplicación
de la
limitada
normativa urbana,
aparte de
estar
también
sujetos a
situaciones de
incompetencia y
corrupción, son
tan obsoletos
que
no
hubieran
servido
para
la ciudad
de hace
medio
siglo;
y, la
introducción de
modernos
recursos de
la
informática para
el manejo
de
esos
viejos
procedimientos
sería
como
querer
hacer
correr
una momia
por el
solo
hecho de
cambiársele
los vendajes.
Por
lo demás,
a
dicho
Reglamento que
es el
más
conocido
en
contraste
a
los demás
que están
casi olvidados,
se
le quiere
exigir más
de lo
que puede
dar, sin
comprender
que solamente
se
trata de
algo
más que
de una
normativa
de la
densidad de
la
edificación, en un
vacío de
instrumentos que
debieran manejar
integralmente
el
crecimiento
de
la ciudad.
Por
lo
antedicho,
el tan
mencionado Reglamento —al
margen
de
que
sea
urgente su complementación y
detallamiento,
por
su
calidad, interpretación
y
manejo— ni
de
lejos
es
lo más
importante
de
la gestión
urbana,
ni
su
adecuación a
las exigencias
actuales
sería
la solución
total.
El
que algunas
autorizaciones
de edificación
no se
hayan apegado
estrictamente a
las
normas
y
que
fueran otorgadas
con sólido
criterio
profesional
o
com0 producto
de la
corrupción
funcionaria, no
justifica que,
por ignorancia de lo
que es
la gestión
urbana,
se
magnifique
exageradamente
la importancia
de un
simple reglamento.
A
la aguda
problemática
que aqueja
al crecimiento
de la
ciudad, en
términos de
la
ausencia de
instrumentos
básicos
de planificación y a
la deficiencia
de
los
escasos
secundarios,
se
debe
añadir
la abrumadora
pobreza de
recursos humanos
y
materiales
indispensables,
tanto
para
!as
tareas de
planificación como
para la
administración
y
evaluación del
crecimiento
urbano.
Para
una
gestión
urbana eficiente,
aparte de
los
recursos
humanos
y
materiales
suficientes,
se
debe contar
con
por
lo
menos una
base integrada
de
un
plan
de
ordenamiento
en
sus aspectos
esenciales, para
fecundar
e
ilustrar
la
formulación y/o
perfeccionamiento
de
otros instrumentos
secundarios, como es el
caso del
que
normaliza
el uso
del
suelo
y
la edificación,
para
que
tengan
mayor validez
y
coherencia.
La
ciudad de
La
Paz,
en lo
que
corresponde a
los
valles de
la
cuenca está
en el
umbral
de su
saturación
en
lo
que atañe
al
uso del
suelo
y
debe empezarse a
concebir un
mejor
e
intenso uso
de su
espacio.
Si
la administración
edilicia
y los
profesionales
arquitectos,
urbanistas
e ingenieros no
encaran
con
solvencia moral y
técnica
la situación
actual
el
futuro inmediato
será un
caos inmanejable.
Esta
ciudad,
pese a
su
tamaño
relativamente
mediano,
por
circunstancias
históricas,
políticas,
administrativas, económicas,
sociales y
culturales
se ha
convertido
en
una
metrópoli
precoz.
Ya
no
puede
crecer sin
una
adecuada
gestión
urbana
pues la
aquejan
muchos
problemas:
escasez de
espacio,
servicios,
vialidad,
equipamiento
y áreas
verdes;
contaminación
y deterioro
de
la calidad
de
vida; deficientes vínculos
con su
región
de
influencia e
inexistencia
.de
planificación para el
crecimiento y
expansión; y,
reglamentos
sin sustentación
en
un plan
integral
de
ordenamiento
urbano.
La
Paz,
24
de mayo
de 1992
Arq.
Urb.
Carlos
Calvimontes
R.